Cebada Gago: el respeto que infunde la exigencia




La alquimia para convertirse en el encaste propio que podría decirse que Cebada Gago es a día de hoy comenzó en el año 1960, cuando don Salvador García Cebada adquiere el hierro de doña Cristina de la Maza - hermana del Conde de la Maza - junto a 150 vacas que finalmente fueron desechadas, para posteriormente añadir madres de Carlos Núñez. Su amistad con Álvaro Domecq, propició que ambos ganaderos compraran juntos un lote de vacas a Juan Pedro Domecq y Díez, que repartieron en partes iguales, introduciendo de esta manera sangre Jandilla a la ganadería, que completarían con sementales de Torrestrella. Por lo que en la actualidad, Cebada Gago es producto de una mezcolanza de sangres Núñez, Jandilla y Torrestrella, en unas proporciones difíciles de definir, pero logrando adquirir una personalidad propia. 












Don Salvador siempre buscó la bravura en un toro con movilidad y picante, que fuese exigente, y que tuviera raza y transmisión. La dedicación por la ganadería fue su religión para poder conseguir que sus toros estuvieran presentes en las ferias más importantes del panorama taurino, y ese fue el mayor legado para sus hijos José y Salvador. Los toros de Cebada Gago son inconfundibles por sus hechuras, sus capas y sus caras. Presentan prácticamente toda la paleta de pelajes, y son animales bajos y cortos, pero que destacan por sus pitones astifinos. 













Un halo de misticismo envuelve al hierro de Cebada Gago cada vez que este se anuncia en los carteles, principalmente si sus toros van a correr por los adoquines de Pamplona, donde este misterio se torna en respeto y miedo. La historia de la ganadería está inexorablemente unida a Pamplona, donde los Cebadas han estado presentes prácticamente año tras año desde la década de los 80, sembrando el miedo por la calle Estafeta, propiciando grandes triunfos a quienes han tenido el valor de enfrentarse a ellos, y recogiendo numerosos premios en su Feria del Toro.



















Agradecemos a los hermanos García Cebada su hospitalidad y el habernos permitido entrar a un templo para todo buen aficionado, como es "La Zorrera".


























































 

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