Alcurrucén: idilio con el éxito
La historia de Alcurrucén está, indudablemente, ligada al éxito. El éxito de una dinastía, la de los Lozano, capaz de triunfar en todos los sectores que componen la tauromaquia, incluido el la ganadería, donde han logrado mantener en pureza y encumbrar a un encaste ya minoritario como el de Núñez, consiguiendo una regularidad en sus toros que ha propiciado un enorme número de triunfos en plazas tan importantes como Bilbao y Madrid.
A finales de los años 60, los hermanos Lozano comenzaron en la cría del toro bravo con la compra de ganado de Eusebia Galache, un encaste que les gustaba mucho pero del que tuvieron que deshacerse por problemas de consanguinidad. Entonces, la pregunta que les surgió fue sencilla y unánime: cuando uno de sus toreros tenía una cita importante, ¿con qué hierro le anunciaban? Todos estuvieron de acuerdo en que era Carlos Núñez, y gracias a la enorme amistad que les unía con este ganadero y de unos tratos que estaban haciendo para enviar ganado de este origen a América, se hicieron con algo más de 100 vacas para empezar. Fue el propio Pablo Lozano quien se encargó de elegirlas por hechuras, seleccionado gran mayoría de las de origen Rincón y completando el trato con la cesión de dos toros estrellas de la casa para que padreasen hasta que ellos mismos pudieran sacar simiente, el número 128 "Alcaparrosa" y el 64, "Bocineto". Muy pronto consiguieron sacar sementales propios, que fueron los que supusieron el principio del éxito de esta ganadería, el 125 "Manchoso" y el número 1 "Cigarrero", el cual tiene una bonita historia, puesto que un día mientras don Pablo repasaba los novillos a caballo, uno de ellos se le cruzaba continuamente. Ésto llamó profundamente la atención del ganadero, tanto que fue a decirles a sus hermanos que había un novillo que estaba pidiendo que lo metiesen a la plaza de tientas. Y así fue. Esa misma tarde se tentó a "Cigarrero", que resultó excelente y fue quien hizo la ganadería, dejando como herencia otros 3 sementales y más de 100 vacas madre.
A los hermanos Lozano siempre les gustó mucho el toro de Núñez por su trapío y por la manera de ir siempre de menos a más y de embestir colocando la cara, humillando con codicia y con un gran recorrido. Esto precisamente es lo que han intentado mantener y potenciar, sin salirse de la personalidad que tiene este encaste. Son toros que suelen salir fríos y sueltos, pero que después de acudir al caballo es cuando se definen y el toro bueno se viene arriba, llegando a tener ese tranco de más en sus embestidas. De hecho, siempre se ha dicho que detrás de una gran faena, hay un toro de Núñez.
Morfológicamente son toros bajos de agujas, rematados y serios. Pese a no ser exagerados, lucen un gran trapío y crecen cuando salen a la plaza. Son de piel fina, de manos cortas y con un morillo desarrollado. Predominan las capas negras, las coloradas en toda su variedad y son muy comunes los accidentes que acompañan a estos pelajes, pudiendo encontrar listones, chorreados, girones, salpicados, calceteros, luceros y un sinfín de particularidades en forma de manchas blancas. Este amplio abanico de pelajes viene en parte de ese primer semental "Bocineto" de Carlos Núñez, que venía de la rama Villamarta y que, a su vez, tenía reminiscencias de casta vazqueña.
Actualmente la ganadería se compone de alrededor de 750 vacas madre, que pastan en la finca cacereña "Egido Grande", en Navalmoral de la Mata. De allí, los becerros pasan a "La Mudiona", hasta el otoño el que cumplen cuatro años, cuando son trasladados a tierras toledanas de "El Cortijillo" donde se les prepara hasta que son lidiados. Esta finca, que sita en Urda, es un auténtico lujo para la cría del toro bravo y es el centro de operaciones de Teo González, mayoral de Alcurrucén. Una eminencia del campo bravo y una de esas personas con las que te pasarías horas hablando de toros.
Precisamente a Teo y al resto de vaqueros, queremos dedicarles nuestro más sincero agradecimiento por el trato que nos prestaron.
BIEN BIEN BIEN..... 10
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